martes, 12 de junio de 2012

LAS MIGRACIONES HACIA CUBA


TERESITA CASTILLO

He  leído un articulo  escrito por Feliz Pérez  Varona y publicado por el  grupo Nostalgias de Cuba, y  me ha resultado muy  interesante por su contenido y  a la vez me ha dado  pie  para escribir sobre  un  tema   que  hacia tiempo  estaba  elaborando . El  titulo  del articulo  de Pérez  Varona  es  “EL CUBANO DEL TITANIC”, sí, ha leído usted correctamente,  entre  los  pasajero que  salieron  rumbo  a  New  York en  el majestuoso Titanic   hace 100 años  había  un cubano, según  cuenta  Varona,  este  cubano  se  llamaba  Servando Rodríguez y era el dueño  de una famosa tienda  de  sedas en  La Habana  llamada Palacio de Cristal. Servando  Rodríguez ,  había nacido en Asturias, aunque no  era cubano de nacimiento si  lo era  de residencia,  pues  vivía  en  Cuba  hacia  muchos  años.
Los  cubanos   estamos   dispersos  por  el  mundo  entero, no  importa  donde  estemos  residiendo,  seguimos  siendo  cubanos,  y  hemos  llegado a  tener  importantes  desempeños y  logros  en  la  vida  social,  cultural,  económica y política  de los países  en  donde  nos  hemos  radicado. Los cubanos hemos  tenido alcaldes,  gobernadores, princesa, médicos eminentes,  pintores,  escritores  de  renombre mundial, arquitectos,  músicos,  bailarines, deportistas campeones mundiales en muchas disciplinas,  etc.  pero el cubano no sólo que emigra sino que también hemos  recibido  en nuestra  pequeña  isla  a emigrantes de muchas  latitudes del mundo. Pero es reconocido en todo el mundo, que el ciudadano cubano es priviliegiado por su talento, capacidad y dones.

En  nuestro  pueblo también  se establecieron emigrantes venidos  de diferentes  partes de  España,  Palestina,  Siria,  China , también  recuerdo  que  en las  fiestas  habían  presentaciones  del  Tambor Yuka   traído  desde  África  por los congoleses,  así  que  creo que también tuvimos  congoleses en nuestro  municipio.
Yo  nací en  lo  que   pudiéramos   llamar,  sin  presumir,  el  barrio  chino de  nuestro  pueblo, San Luis en Pinar del Río,   allí  estaban  las 4 viviendas de los chinos y sus negocios, al  llegar a  Cuba  adoptaron  nombres  en  español,  Roberto,  Josefa,  Santiago,  Rosita,  Luis,  Juan ,  Rafael,  Mario,  Ramón, pero  se  quedaron con la esencia  de  su   identidad. Disciplinados,  callados, trabajadores,  ahorrativos ,  los  mejores  vecinos  del  mundo  porque  aunque  eran  amistosos,  mantenían  la  distancia. Eran  dueños  de  Los Parados  y  El  Gallito dedicados  a la  venta  de  alimentos  y  recuerdo  el  olor a  fritura  flotando  en  el  aire.


Recuerdo  como  sembraban  cebollines  en  cajas  de  madera   rellenas  con  tierra, las  revistas chinas con aquellos colores tan llamativos,  su  andar  pausado,  especialmente  recuerdo a nuestra  vecina  Josefa,  una  vez me  caí y mi  rodilla quedo  hecha  una  calamidad, y se  apareció  Josefa  con  una  botella   llena  de  alcohol  y   unas  yerbas,  me  frotaron  muy  fuerte  la  herida y  pronto  sano,  por  mi  vecina  conocí  la medicina verde y  el  famoso bálsamo  chino al  que  hasta  el  dia de hoy  le  asigno poderes  mágicos,   ya  que  lo  he  usado para más de  una  dolencia  y  le  tengo  mucha  fe.  Los   chinos  mas  jóvenes  eran  Amelita y  Apen,  ella  radicada  en   España,  el  hermano  en  USA;  ambos  grandes  profesionales,  varios  emigraron  a  USA,  los  demás  han  muerto,  solo   Ángel   queda  en  Cuba. Aunque  era una  niña cuando  comenzaron a  salir  de  Cuba,  tengo  muchos  recuerdos  de  los  chinos  de mi  pueblo.

Los  españoles  venían  de  diferentes  partes,  pero  mi  contacto más cercano fue con Evaristo Montes,  llegado  desde  Asturias,  trabajaba  en  una  tienda  y  se  caso con una  criolla y tuvieron  3 hijos,  Evaristo  era  muy  alegre,  cuando  ya  no  trabajaba  en  la  tienda  comenzó a   hacer  bolsos,  maletines,  carteras y  además  forraba botones y  hebillas muy de moda en aquella época. Recuerdo  también  con  mucho  agrado  a Rosario Collado, maestra,  muy buena  conversadora,  cuando iba a su casa no me quería  ir y  su  hermano Andito,  casado  con  Lilia, mujer  muy  agradable  y  a la que nunca he olvidado sobre todo  porque  fue  mi  maestra de primer grado. Los  españoles se dedicaban al comercio,  al alquiler de inmuebles.

Los moros,  como llamamos  en  Cuba  a  los originarios de  esa  zona  del  mundo,  también  se dedicaban al comercio,  algunos  iban por los campos vendiendo sus mercancías,  vendían  joyas.  Con  los  moros también  tuve  contacto  cercano,  uní  mi  vida  a  un  descendiente de  sirios  y  libaneses  y  de  esta unión nació mi  hijo Ariel ,  el mayor regalo que me  ha dado la  vida, pero  además, conocí  a Andresito el  Moro,  palestino,  a muchos de sus  hijos,  pero  especialmente  a  Héctor,  y  su  familia.  Llegados  de  Siria eran Juan,  Juanita  y  Ramón,  tíos de mi suegra y dueños  de  una  joyería  que  estaba en lo que hoy  es La Librería.
 

 

Sé que algunos se quedan sin  mencionar,  pero escribo  sobre  mis  recuerdos, tengo muchas  amistades  cuyos  abuelos   llegaron a  Cuba  buscando   nuevos  horizontes, se establecieron, se “aplatanaron”,  fundaron  sus   familias y fueron  acogidos con  beneplácito  por  los nacidos  en  la  Isla.  Hoy,  muchos  de  los  nietos e  hijos  de  españoles,  han  retornado  a  la  tierra  de  sus  padres y   abuelos .Cuba  un  dio  abrió  sus  brazos  para  recibirlos,  hoy  la Madre  Patria devuelve el  gesto.
Antes  que  saliéramos  por  el  mundo,  ya  muchos  lo  habían  hecho,  la  emigración  es  tan  antigua como  la  vida,  y  siempre va a  existir ,  hoy  estamos  en  todos  los  continentes,  en  las  islas,  en  todos  los  rincones,  con   idiomas  diferentes,  culturas  diferentes,  frio,  calor,  pero  en  el  corazón nunca se va a apagar el recuerdo de nuestra pequeña  Patria.
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